Por Abraham Soto Merino
A sus 21 años, María Paz Farías ha encontrado en el arte un lenguaje de libertad y espiritualidad que trasciende los lienzos. Desde un rincón apacible de Curacaví, donde los cerros envuelven con su quietud y el viento trae el aroma del campo, esta joven traza su propio camino. Con cada color y pincelada, teje un puente entre lo más profundo de su mundo interior y la sensibilidad de quienes contemplan su obra.
“Desde pequeña, el arte ha sido un refugio para mí. Un espacio donde puedo ser quien realmente soy”, confiesa la artista, quien actualmente estudia Licenciatura en Arte en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su vida ha estado marcada por un amor inquebrantable por la creación: de niña, soñaba con ser bailarina, y mientras su madre confeccionaba sus vestuarios de ballet, ella sentía que cada puntada abría un universo de posibilidades. Más tarde, la música entró en su vida con la influencia de su padre, músico de profesión y ella misma se aventuró a aprender a tocar el bajo eléctrico. Sin embargo, entre todos los caminos que podía elegir, el dibujo y la pintura siempre fueron sus compañeros más fieles.
María Paz Farías recuerda que, desde niña pasaba horas en su habitación, rodeada de cuadernos y croqueras, explorando en silencio un universo imaginario. “El arte era el espacio donde podía conectarme conmigo misma”, asegura. Su personalidad introvertida hallaba, a través de esos trazos, una forma única de expresarse y sentir, como si cada dibujo fuese una conversación privada consigo misma.
La búsqueda de lo sagrado en la vida cotidiana
Con el tiempo, su estilo fue tomando forma y abriendo paso a una búsqueda constante: conectar su visión interior con la realidad espiritual que observa en su día a día. María Paz explica que su arte no se limita a transmitir una idea fija o un tema único; le gusta ver en cada creación una oportunidad para explorar lo sagrado en lo cotidiano. Esa espiritualidad, según ella, “no pertenece solo a la religión, sino que vive en nuestros momentos más simples”. Su estilo, que evoca la libertad y emoción de movimientos como el Romanticismo y el Expresionismo, busca transmitir una intensidad que toque al espectador y lo invite a reflexionar sobre su propia conexión con lo trascendental.
“Quiero que quienes ven mis obras encuentren en ellas un espacio de consuelo y reflexión», comenta. A través de símbolos y metáforas, la artista plasma en sus cuadros ese diálogo interno entre el ser humano y lo intangible. La variedad de colores, texturas y formas que elige en sus obras se convierte en un lenguaje único que invita al público a un viaje hacia su interior.

El proceso detrás de cada obra
La creación para María Paz es un proceso casi ritual. Dedica largas horas a bucear, explorando y profundizando en los símbolos que dan vida a sus temas. Después de esta etapa inicial de dibujo, entra en una fase de investigación en la que recurre a diversas fuentes: libros, poesía, textos bíblicos e incluso devocionales. Cada uno de estos elementos contribuye a crear una narrativa que luego cobra vida en el lienzo.
“Es un momento donde todo se conecta, donde las ideas encuentran su forma y el mensaje que quiero transmitir se vuelve claro”, explica. Al concluir este proceso de introspección, inicia la etapa de pintura, donde cada pincelada se convierte en una afirmación de ese mensaje profundo que desea compartir.
Conexión con el mundo por medio del arte
Exponer su obra fue un sueño que se hizo realidad en 2022, cuando realizó su primera muestra en una feria de arte en el campus oriente de la PUC. A pesar de los nervios que sentía al «desnudar» una parte tan íntima de sí misma ante desconocidos, el apoyo incondicional de sus amigos y familiares le brindó la fuerza necesaria para enfrentar ese desafío. Desde entonces, cada exposición se ha convertido en una experiencia enriquecedora que la impulsa a seguir creando y compartiendo su visión del mundo.
En 2023, su talento fue reconocido en la convocatoria de Pintura Astronómica de la Fundación Astronomía, lo que le permitió exhibir en el Museo Interactivo Mirador y en las oficinas del Observatorio ALMA en San Pedro de Atacama. Estos momentos, para ella, son una confirmación de que el camino que ha elegido la acerca a una conexión más profunda tanto con los demás como con el propio arte.
Un sueño que aún se está forjando
María Paz sueña con que su arte trascienda las fronteras de Chile. Anhela explorar y recorrer los lugares que han inspirado a grandes artistas a lo largo de la historia, respirar los mismos paisajes y empaparse de esas fuentes creativas. Su experiencia impartiendo talleres de arte le ha revelado una faceta inesperada: la de enseñar. “Ver cómo mis alumnos, ya sean niños o adultos, descubren su propia voz en el arte es algo increíblemente gratificante”, expresa con una sonrisa radiante.
Su mayor deseo es dejar una huella en cada persona que toque con su obra o sus enseñanzas. La posibilidad de compartir su visión y convertirse en un faro para aquellos que buscan en el arte una vía de conexión y sanación la llena de una emoción indescriptible.

La magia de ver el mundo con otros ojos
Para esta joven creadora, vivir y hacer arte son inseparables. “El arte es como respirar; es algo que necesito para sentirme completa”, afirma. Su rutina abarca varias temáticas como restauración e incluso manualidades, convirtiendo su vida en un ejercicio constante de creatividad. La pintura es, para ella, un medio para explorar, aprender y conectar con los demás desde una autenticidad que trasciende las palabras.
Inspirada por figuras como William Blake, Vincent Van Gogh, Maurice Denis y Paul Gauguin, ella siente que cada uno de ellos ha dejado una huella que guía su propia búsqueda. “Mis referentes son aquellos que se sumergieron en el arte como una forma de entender la vida y de conectar con algo más profundo”, comparte, destacando que, aunque las palabras a veces no logran expresar lo que siente, el arte logra unir su mundo interior con el exterior.
Con una sensibilidad única, María Paz Farías continúa forjando su camino en el arte, con la esperanza de que su trabajo inspire a otros. A través de cada trazo, símbolo y color, esta artista de Curacaví nos invita a sumergirnos en un universo de reflexión y espiritualidad, recordándonos que el arte es, en sus propias palabras, “una forma de mostrar la esencia de lo humano y de encontrar en cada creación una chispa de lo divino que habita en nosotros”.